A
las porras y buenos deseos económicos que cotidiana y retóricamente se escuchan desde el micrófono oficial y el de los jilgueros oficiosos, la terca realidad responde con una caída en uno de los sectores estratégicos para cualquier país, el industrial, descenso que no se había registrado desde hace 37 meses, es decir, desde que (también oficialmente) México superó la crisis
del catarrito
.
La producción industrial de México, informó el Inegi, registró una caída anual de 1.1 por ciento en diciembre pasado, su primer resultado negativo desde noviembre de 2009, afectada por la contracción de la actividad económica estadunidense en el cuarto trimestre de 2012. El único subsector con crecimiento
fue el de electricidad, agua y suministro de gas por ductos al consumidor final, el cual tuvo una elevación marginal de 0.1 por ciento (La Jornada, Juan Antonio Zúñiga).
Lo anterior confirma que la desaceleración industrial sigue su marcha, pues la actividad fabril mexicana se ha contagiado de la menor dinámica manufacturera de Estados Unidos, como señala el Centro de Investigación en Economía y Finanzas (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México. De manera adicional, se terminó la tregua que el sector de la construcción había vivido en los dos años previos, pues la caída de 5 por ciento que reportó en diciembre de 2012 tiene como telón de fondo un mercado interno sin fuerza suficiente para mantener la expansión, las grandes obras y la edificación, que no sólo han moderado su paso, sino que exhiben tasas negativas que de continuar profundizándose provocarían una nueva crisis en el sector
.
Derivado de lo anterior es evidente que se corre el riesgo de que la actividad industrial afecte otras ramas de la economía, principalmente los servicios, con el severo impacto laboral que ello implica. Parte del mecanismo viene vinculado por la inversión y el empleo, los cuales son aspectos que inmediatamente responden al menor dinamismo industrial y que terminan por afectar el consumo privado. En consecuencia, no puede obviarse la posibilidad de que durante 2013 la economía no sólo registre un crecimiento económico inferior al del año pasado, sino que de no revertirse esta tendencia es probable que algunos sectores de la industria presenten tasas negativas durante buena parte del año
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Dicho escenario es poco deseable, apunta el CIEN, fundamentalmente porque inhibiría el de por sí precario desarrollo del mercado laboral, donde la factura de los costos económicos se traduce en desequilibrios sociales, básicamente en forma de pobreza. La capacidad limitada que la economía mexicana tiene para dar empleo formal permanente incide sobre la política social, los programas de lucha contra el flagelo de la pobreza se estrellan contra el dique que durante las últimas décadas ha formado la precarización del mercado laboral, y donde la desaceleración industrial incrementa el desafío a resolver. En este sentido, la Cruzada Nacional contra el Hambre enfrentará no únicamente la dificultad de obtener mejores resultados en un aspecto social contra el cual poco ha podido hacer el actual modelo económico, ahora deberá hacer frente a un menor dinamismo industrial.
Algo similar ocurrirá respecto a la reforma laboral
, que enfrentará su primera prueba de fuego a sólo unos meses de haberse aprobado y donde habrá que observar si será capaz de revertir el entorno negativo que comienza a configurarse. La puerta de salida que la reforma le da a las empresas, contratar con menores prestaciones y obligaciones laborales, podría ser tomada en un escenario de menor crecimiento económico. De inicio, para el cuarto trimestre de 2012 las cifras del mercado laboral no fluctuaron de manera significativa respecto a lo reportado en el trimestre previo, por lo que las condiciones de pobreza que inciden sobre las familias mexicanas se mantienen. En este sentido, la inercia de pobreza vinculada al mercado laboral no presentará una reducción significativa, la precarización del empleo atribuible a la falta de seguridad social, bajos salarios, trabajos sin prestaciones y sin contrato por escrito, por citar algunos ejemplos, afectarán la evolución de la economía y la sociedad mexicanas, y ante lo cual se debe actuar
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Si bien el retroceso y desaceleración industrial, así como los efectos que tienen sobre el empleo y el resto de la economía no son responsabilidad del nuevo gobierno (forman parte de la negra herencia de la administración anterior y de las fallas estructurales del modelo económico), debe mencionarse que la implementación de medidas de política económica que eviten una desaceleración mayor sí son de su competencia. Evitar caer en la tentación de negar el escenario que se está configurando y aplicar cambios al modelo económico, es algo esencial. Una nueva política de desarrollo industrial debe formar parte de la agenda económica. Ninguna nación altamente desarrollada o economía emergente exitosa ha logrado alcanzar niveles superiores de actividad económica sin antes tener una industria sólida. La aplicación de nuevas tecnologías les proporciona una nueva base industrial integrada hacia el interior, internacionalmente competitiva y de alto valor agregado (mucho con innovación propia)
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En el caso de México lo anterior no ha estado presente y, por el contrario, la desindustrialización refleja la erosión de un aparato productivo que se conforma con la comercialización de productos importados, algunos de los cuales provienen de países donde el Estado ha aplicado una política de subsidios y promoción de la inversión que genera una competencia inequitativa respecto a aquellos donde las empresas deben hacer frente al entorno con apoyos menores o nulos.
Así, puntualiza el CIEN, de confirmarse la tendencia negativa de la actividad industrial se tendría la tercera desaceleración relevante en los últimos 13 años, lo cual representa una inestabilidad que no permite fortalecer las cadenas productivas, y lo cual debería representar un argumento suficiente para motivar la aplicación cambios en la conceptualización y gestión del modelo económico. Incorporar un programa de desarrollo industrial al Pacto por México y al propio Plan Nacional de Desarrollo debería ser un primer paso
.
Las rebanadas del pastel
La reforma laboral
registra sus primeros logros: creció el número de trabajadores sin prestaciones (7.9 por ciento), aumentó el empleo temporal (11.9 por ciento) y se incrementó la desocupación (2.1 por ciento). En cambio, el número de empleadores se desplomó 18.1 por ciento, y así por el estilo.
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