Un agente de la Patrulla Fronteriza observa la valla entre San Diego y Tijuana que separa la frontera binacionalFoto Ap
C
on todo y muros que de años atrás pretenden contener
la hambrienta ola migratoria latinoamericana –mayoritariamente mexicana– hacia el dorado norte, en los últimos 12 años los países de la región captaron alrededor de 600 mil millones de dólares por concepto de remesas, y de ese monto casi la mitad (280 mil millones) aterrizó en la economía de nuestro país, una cantidad acumulada que significa algo así como 22 por ciento del producto interno bruto a precios actuales, y representativo del 10 por ciento del PIB de América Latina y el Caribe.
Si en el lejanísimo caso de que el muro cumpliera el tan anhelado objetivo gringo –lo cual es prácticamente imposible–, las economías regionales recibirían un tremendo impacto que en no pocas naciones –como las centroamericanas– sería prólogo de severas crisis. Para México las remesas representan cerca de 2 por ciento del PIB, pero para Honduras, El Salvador, Nicaragua y Guatemala tal proporción se eleva a 15-20 por ciento de su producto.
La información más reciente sobre el flujo de remesas mexicanas indica que la tendencia se mantiene a la baja, aunque en mayo pasado el monto se habría visto beneficiado por un efecto estacional, pues los migrantes mexicanos enviaron más dinero por el día de las madres
. Así, los especialistas del Grupo Financiero Banorte-Ixe esperan un flujo en torno a 2 mil 248 millones de dólares, lo cual implicaría una contracción de 4 por ciento respecto del mismo mes del año anterior. Con este estimado las remesas familiares sumarían 11 meses consecutivos en contracción
(La Jornada, Israel Rodríguez). Aun así, el dinero sigue llegando, y no es poco.
El grueso de las remesas que envían los mexicanos, en particular, y los latinoamericanos, en general, provienen de Estados Unidos, aunque antes de la crisis iban en ascenso las remitidas desde España y Japón (para el caso brasileño). El primero de esos países no levanta, y menos el segundo, pero aun así los dineros siguen nutriendo las economías de América Latina y el Caribe, tanto como 600 mil millones de dólares en los últimos 12 años, y de ellos 280 mil millones se quedaron en México.
En este contexto, el más reciente informe temático elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anota que entre 2002 y 2008 la tasa de crecimiento anual de los flujos de remesas que recibieron los países de la región alcanzó un promedio de 17 por ciento, pero a partir de la crisis comenzaron a registrarse tasas negativas hasta llegar a una disminución anual mayor a 15 por ciento en 2009. A partir de los primeros meses de 2010, la tasa de crecimiento interanual de las remesas recibidas comenzó a mostrar signos de recuperación, primero con una desaceleración en su caída que, para el último trimestre de ese año se convirtió en una tasa de crecimiento interanual positiva de 4.9 por ciento, proceso que continuó durante 2011, alcanzando una tasa anual de crecimiento de 6 por ciento.
En 2012 el monto total de remesas recibido en América Latina y el Caribe fue similar al del año previo, alcanzando una tasa anual de crecimiento prácticamente nula a nivel regional. Desde el último trimestre de 2008, los incrementos en las tasas de desempleo en los países tradicionales de envío, como Estados Unidos, España y Japón, y la consecuente reducción del ingreso de los migrantes latinoamericanos y del Caribe ocasionaron una disminución sin precedente en el valor de remesas enviadas a la región.
A partir de 2010 se observó una estabilización de estos flujos, que fue seguida de un leve proceso de recuperación en 2011, aunque los datos de 2012 volvieron a mostrar estancamiento en el crecimiento, con un valor de remesas recibido en los países de América Latina y el Caribe de 61 mil 276 millones de dólares. Sin embargo, como ya se había observado durante el último trimestre del 2011, la tasa de crecimiento interanual comenzó a caer hasta tornarse nuevamente negativa durante la segunda mitad de 2012, dejando estos flujos con una tasa de crecimiento acumulado anual de sólo 0.6 por ciento con relación al año anterior.
A partir de la crisis económica en los países tradicionales de envío de remesas en 2008, se pudo observar que el comportamiento de los flujos de remesas recibidos en América Latina y el Caribe fue muy heterogéneo. En este sentido, en México, luego del fuerte descenso de los flujos de remesas en 2009 ocasionado por la sacudida económica que atravesó Estados Unidos, estos flujos iniciaron su recuperación en 2010, alcanzando un leve incremento que se aceleró en 2011, cuando se registró un crecimiento anual de 6.9 por ciento. Los primeros meses de 2012 aún mostraron tasas de crecimiento positivas durante el primer semestre. Sin embargo, el tercer trimestre mostró una tasa de crecimiento interanual negativa muy elevada (11.8 por ciento), seguida en el último trimestre del año por una tasa aún negativa, pero de menor escala, que alcanzó 5.6 por ciento.
A juicio del BID, tal comportamiento pudo estar vinculado a cambios en los flujos migratorios y al incremento del tipo de cambio, que fomentó el envío de remesas extraordinarias en mayo y junio, provocando que en los siguientes meses éstas disminuyeran. Estos factores dejaron una tasa negativa anual acumulada para México en 2012 de 1.6 por ciento con relación a 2011. Sin embargo, el flujo de remesas a México, ajustado por la inflación y medido en moneda local, se mantuvo durante 2012.
En el contexto latinoamericano, como efecto de la crisis económica que enfrentan los países europeos, durante los últimos cuatro años la participación de las remesas provenientes de Europa cayó 8.9 por ciento, en especial las provenientes de España. Este descenso fue compensado por un incremento en la participación de las remesas de Estados Unidos, que aumentaron 4.4 por ciento, y por las provenientes de otros países de la región cuyo incremento alcanzó 4.5 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Entonces, si el muro gringo finalmente funciona y el gobierno mexicano cumple cabalmente con su deleznable papel de portero
en su frontera sur (impedir que la ola centroamericana utilice territorio nacional para cruzar a Estados Unidos), ¿con qué responderán las autodenominadas autoridades cuando la válvula de escape se cierre? Si aun con ésta no han tenido capacidad de respuesta, ¿qué pasará una vez clausurada, y de paso el flujo de divisas?
cfvmexico_sa@hotmail.com
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