A
garraos, mexicanos crédulos, que el humor negro va por cuenta del gobernador del Banco de México, Agustín Carstens: los bancos privados serán presionados para que bajen las comisiones de tarjetas de crédito y débito
, o lo que es lo mismo, la imaginaria institución estaría dispuesta a cancelar el jugoso negocio que a tales corporativos le ha generado utilidades netas por 786 mil millones de pesos en sólo la última década.
Tras escuchar el más reciente chistorete del ex secretario calderonista de Hacienda (autor del cuento de terror el catarrito
), viene a la memoria que desde el rescate
bancario (léase Fobaproa), en 1995, el gobierno federal no ha dejado de prometer que presionará
y/o convencerá
a la banca privada que opera en el país para que reduzca las ignominiosas tasas de interés y comisiones que cobra a sus indefensos usuarios, y a la vuelta de casi dos décadas de escuchar la cantaleta es cuestión de revisar los estados de cuenta del dinero de plástico para constatar la efectividad de dichos llamados a misa.
Como se ha publicado en este espacio, desde la crisis bancaria de finales de 1994 y la posterior extranjerización de la mayoría de las instituciones financieras, el gobierno federal nunca ha dejado de exhortar
, invitar
y presionar
a los barones del dinero para que abran la llave del crédito a los sectores productivos del país y reduzcan el costo (intereses y comisiones) para su clientela. En este sentido, en sus tiempos como gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz se convirtió en un clásico, pues no hubo convención bancaria en la que no se desgañitara en su intento (fallido, desde luego) de que los sordos banqueros aumentaran el financiamiento a los sectores productivos y redujeran los costos inherentes al solicitante. Pero nada: fue predicar en el desierto, pues, al estilo salinista, los barones del dinero ni lo vieron ni lo escucharon.
El mismo personaje, pero en funciones de secretario zedillista de Hacienda, convenció
a los diputados (en comparecencia el 23 de enero 1995) que "una mayor participación de la banca extranjera en nuestro país va a ser útil no solamente para fomentar una mayor competencia y una reducción de márgenes (tasas de interés y comisiones), sino para proveer en estas circunstancias difíciles en que muchos bancos, sobre todo los bancos de tamaño más reducido, tienen problemas para reconocer sus problemas de cartera vencida, estas iniciativas van a propiciar una capitalización mayor de estas instituciones…
"Lo que se pretende con esta iniciativa es que los extranjeros vengan a apoyar sobre todo a algunas instituciones pequeñas que están teniendo problemas, y que justamente por esos problemas de capitalización no pueden atender a sus clientes, no pueden atender a la pequeña y mediana empresa y no pueden atender a los usuarios del crédito… Yo quisiera mencionar muy enfáticamente que en estas iniciativas no se está proponiendo, desde luego, entregar el sistema de pagos o la banca nacional a los extranjeros. Hoy en día la participación del conjunto de la banca extranjera en el mercado financiero nacional es de alrededor de 8 por ciento…
"Con esta facilidad que se le estaría dando a la banca extranjera para participar en la capitalización de los bancos mexicanos, estaríamos muy lejos de llegar a los porcentajes de participación y de penetración que hay en otros países… Desde luego, el sistema de pagos –éste es un compromiso– quedaría en manos de mexicanos…"
La cita es larga, pero vale incluirla toda vez que dos décadas después de ese compromiso
gubernamental 80 por ciento del sistema bancario que opera en el país es extranjero, al tiempo que la reducción de márgenes
(las tasas de interés y las comisiones que cobran las instituciones financieras) arroja el siguiente resultado concreto: sólo en la última década, 786 mil millones de pesos en utilidades netas y los márgenes
en niveles de agio. Lo anterior, desde luego, sin considerar el multimillonario costo del rescate
(Fobaproa/ IPAB) que siguen pagando los mexicanos.
Pero bueno, la información publicada ayer por La Jornada (Roberto Garduño y Enrique Méndez) dice así: "el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, aseguró que se ejercerá la presión necesaria para que los bancos disminuyan las comisiones de las tarjetas de crédito y débito… Ante las críticas de diputados de todos los partidos por las altas tasas que cobran los bancos en sus transacciones, Carstens aseguró que no pueden bajar a cero las cuotas de intercambio entre bancos que participan en el sistema de pago de sistemas electrónicos, porque las instituciones financieras de todas maneras las cobrarían a los usuarios 'por otro lado'".
Y la misma cantaleta (palabras más o menos) se escuchará la próxima semana en Acapulco (3 y 4 de abril), cuando se lleve a cabo la 77 convención bancaria, en la que participará el propio Carstens, junto con el ministro del año
y el inquilino de Los Pinos, ocasión en la que se volverá a exhortar
a los barones del dinero a que, si fueran tan amables, le bajen a su voracidad e incrementen el crédito a los sectores productivos, con el fin de que la sólida
economía nacional se mueva, aunque sea un poquito. Obvio es que tales barones los volverán a mandar a paseo, en espera de otro exhorto
para proceder en igual sentido.
En síntesis, agárrense que las presiones
del doctor catarrito
no son más que una muestra del humor negro gubernamental, pues se mantendrán intocadas las comisiones, intereses y demás prácticas agiotistas de la banca que opera en México.
Las rebanadas del pastel
Y si de indeseables barones se trata, allí está el caso de Germán Larrea, el de Pasta de Conchos, quien mordió el polvo en su intento por zafarse de la demanda que en su contra interpuso el fondo británico de inversión Infund LLP, que demandó al zar del cobre por incumplimiento de contrato
(firmado en 2003) por casi 75 millones de dólares (que lo obliga a entregar 65 millones de acciones del Grupo México). Resulta que, como siempre, el barón mexicano pretendió evadir la responsabilidad y culpó a otros por tal incumplimiento contractual, pero en juzgados nacionales le dijeron que de ninguna manera, pues él es el único responsable de tal acción. Y lo que poco más de diez años atrás costaba 75 millones de dólares hoy cuesta 2 mil millones, o lo que es lo mismo, machetazo a caballo de espadas. Al insaciable Larrea le han pegado en la única parte que le duele. A pagar, pues.
Twitter: @cafevega
D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com
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