C
uatro de las diez principales economías del mundo, y otra que se ubica en el escalón número 25, conjuntamente tomaron una trascendental decisión: si el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial sistemáticamente se negaron a ir a la montaña, ésta en lugar de ir al FMI o al BM decidió fundar su propia institución financiera, con una estructura equitativa, para fomentar el crecimiento y el desarrollo de las naciones, es decir, para hacer realidad los objetivos para los que supuestamente se crearon, 70 años atrás, los citados organismos que en los hechos se convirtieron en torturadores y expoliadores de los países subdesarrollados.
Así, quedaron formalmente constituidos el Banco de Desarrollo del Grupo de los BRICS y su fondo de reserva de divisas, mediante la firma del acuerdo respectivo por parte de los mandatarios de Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica, quienes decidieron emprender la tarea, con sus propios recursos, de fomentar el crecimiento y desarrollo con un capital declarado de 100 mil millones de dólares y una estructura equitativa en la participación, algo contrario a las prácticas del FMI y del Banco Mundial, organismos que no representan más que los intereses de las naciones altamente desarrolladas, con Estados Unidos en la batuta, y que se han dedicado a destrozar las economías subdesarrolladas en nombre, paradójicamente, del desarrollo.
En la escalera económica mundial, China ocupa el peldaño número dos; India el tres; Rusia el seis; Brasil el siete y Sudáfrica el 25. Este conjunto de naciones aporta 29 por ciento del PIB mundial (de acuerdo con la estadística del propio FMI al cierre de 2012), pero su poder de voto en el seno del Fondo Monetario Internacional a duras apenas representa el 11 por ciento del total, contra 16.75 por ciento de Estados Unidos o 43.1 por ciento del G-7 (este último país más Japón, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Canadá), proporción que fácilmente supera el 50 por ciento si se incluyen a sus naciones dependientes (México entre ellas). Así, la participación e influencia de los subdesarrollados es inexistente.
China, segunda potencia económica mundial, apenas tiene 3.81 por ciento del poder de voto en el seno del FMI. Estados Unidos, que se ubica en la primera posición, 16.75 por ciento. India, en el peldaño número tres, mantiene 2.34 por ciento de ese poder de voto, mientras Japón, número cuatro en orden de importancia, tiene 6.23 por ciento. Rusia, en el sexto escalón, tiene 2.39 por ciento, contra 3.16 por ciento de Italia, que se coloca en el peldaño número 13. Y así por el estilo. Si de algo sirve, el poder de voto de México es de 1.47 por ciento, no obstante la millonaria inyección
de recursos (para aumentar la cuota) realizada durante la docena trágica panista.
Así, pase lo que pase, dígase lo que se diga, en el FMI y en el Banco Mundial sólo truenan los chicharrones del G-7, con Estados Unidos a la cabeza. Todo tipo de experimentos
(en América Latina, México ha sido uno de los principales laboratorios
de ese par de organismos, y allí están los resultados) se han practicado en las naciones subdesarrolladas y altamente dependientes, las mismas que, modernizadas
y privatizadas, se han mantenido en esa posición sin visos de mejoría, salvo para la élite.
Tras la firma de los acuerdos respectivos en la ciudad de Fortaleza, Brasil, el líder ruso Vladimir Putin dijo que la creación del Banco de Desarrollo de los BRICS, más el fondo de reserva de divisas, permitirá a sus países miembros ser más independientes respecto de la política financiera de los países occidentales
, mientras la mandataria brasileña, Dilma Rousseff, dejó en claro que las acciones del grupo no son deseo de dominio, sino que abogamos por la justicia y la igualdad de los derechos; la crisis económica y financiera, que continúa, aumenta el desempleo y la desigualdad social. Vemos que crece el número de conflictos regionales, se deteriora la ecología, se percibe una escasez de gobernabilidad global
. Por ello, hay que actuar consecuentemente para corregir tal situación.
Según lo acordado por los cinco mandatarios del grupo de los BRICS, en sus primeros años de funcionamiento el banco recibirá una aportación de 2 mil millones de dólares por cada país, y el nuevo Banco de Desarrollo aceptará el ingreso de naciones pertenecientes a la Organización de Naciones Unidas, en el entendido de que la participación de las naciones fundadoras no será menor a 55 por ciento.
De acuerdo con el portal Rusia Today, todas las decisiones se aprobarán por mayoría especial, es decir, con el apoyo de cuatro de los cinco representantes de los BRICS, o con dos tercios de los votos. El banco podría empezar a operar el próximo año si todos los participantes logran ratificar a tiempo los documentos necesarios y proporcionar los fondos necesarios. Se prevé que el banco financie proyectos de infraestructura de los países participantes. El nuevo banco aspira a ser un símbolo de la creciente influencia de las economías emergentes en la arquitectura financiera mundial, dominada hasta ahora por Estados Unidos y Europa. La idea de crear un banco fue propuesta por India, que sugiere reforzar de este modo el papel de los BRICS en la economía mundial y apoyar a los países en desarrollo
.
La decisión de crear el Banco de Desarrollo se tomó durante la cumbre de Durban (Sudáfrica) a finales de marzo de 2013. En agosto de ese año altos funcionarios de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica acordaron la estructura del nuevo organismo financiero, cuyo objetivo es proporcionar fondos para el desarrollo de proyectos de infraestructura. El capital autorizado será de 100 mil millones de dólares, el capital asignado (entre los países participantes) ascenderá a 50 mil millones, mientras que el capital ya pagado (que los países se comprometen a dar en siete años) será de 10 mil millones. La nueva institución reforzará significativamente el sistema financiero mundial en un momento en que la reforma del FMI se encuentra estancada, y será una de las entidades multilaterales de desarrollo más grandes del mundo
.
En fin, toma forma la intención de construir el nuevo edificio
financiero multipolar, sin condicionamientos ni experimentos
, en el que todos participen y se beneficien. La primera presidencia del Banco de Desarrollo corresponde a India y la sede del organismo a la República Popular China (Shanghai).
Las rebanadas del pastel
Y en todo esto, ¿dónde anda el gobierno mexicano? Pues en el intercambio de oro por espejitos con Estados Unidos.
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