Condiciones de vida de una familia en Chalco, estado de MéxicoFoto José Carlo González
E
l gobierno peñanietista poco puede presumir que el balance económico de su primer bienio de estancia en Los Pinos a duras penas resultó mejor
que el reportado en igual periodo por Miguel de la Madrid, Ernesto Zedillo (ambos negativos, con -0.04 y -0.54 por ciento, respectivamente) y Vicente Fox (0.3 por ciento), aunque en los casos de los tres personajes citados se reconoció oficialmente el estallido interno de la crisis y la sacudida recesiva en tiempos del junior Bush.
De cualquier suerte, los resultados económicos de esos gobiernos, como tampoco los de Salinas y Calderón (seis en total, incluido el actual, que resumen 33 años de neoliberalismo), contribuyeron al despegue del país ni al bienestar social de sus habitantes, toda vez que en ese periodo, como promedio anual, la economía mexicana apenas creció
2.3 por ciento, o lo que es lo mismo, nada frente a la magnitud de los problemas nacionales.
Cada uno de los citados inquilinos de Los Pinos prometió un crecimiento sostenido y suficiente para llevar al país a niveles de bienestar sólo equiparables con los noruegos, pero en los hechos hundieron aún más a los habitantes de esta República de discursos. Miguel de la Madrid garantizó
5.5 por ciento anual, pero en su sexenio a duras penas libró 0.34; Carlos Salinas de Gortari ofreció 6 por ciento anual, pero sólo concretó 3.9; Ernesto Zedillo aseguró que cuando menos llegaría a 5 por ciento, aunque no pasó de 3.5; Vicente Fox juró y perjuró que sería de 7 por ciento anual, pero de milagro reportó 2.2, y Felipe Calderón prometió 5 por ciento anual y en los hechos milagrosamente promedió 1.8.
Si esas promesas se hubieran convertido en realidad, entre 1982 y 2012 la economía mexicana habría crecido a una tasa promedio anual de 5.7 por ciento, pero en ese periodo milagrosamente promedió 2.3 por ciento, dos tantos y medio por debajo de lo ofrecido. Sólo como referencia, del gobierno de Lázaro Cárdenas del Río al de José López Portillo la tasa anual de crecimiento económico en México promedió 6 por ciento, casi tres veces más que en los cinco neoliberales.
Llegó el sexto de la temporada, y no tenía por qué ser distinto a sus antecesores en la residencia oficial. Enrique Peña Nieto prometió el oro y el moro, pero en su primer bienio en Los Pinos registró peores resultados (1.8 por ciento) que Felipe Calderón (2.2 por ciento), lo que ya es decir, y eso que oficialmente no hay crisis. En el peor de los casos (versión del ministro del año
), sólo volatilidad pasajera
.
Sexenio tras sexenio el resultado económico empeora y, por ende, el nivel de vida de los mexicanos. Como bien apunta el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, el crecimiento económico de nuestro país se mantiene escaso, por no decir ausente, y el resultado del primer bienio peñanietista resulta insuficiente para elevar la calidad de vida de la población
.
En su análisis, el CIEN detalla que en 2013 el crecimiento del PIB fue de 1.4 por ciento (proporción reconsiderada al alza desde el 1.1 por ciento original), siendo las actividades terciarias las principales impulsoras de la economía nacional, al registrar el incremento más significativo
(2.5 por ciento) –si es que así se le puede catalogar–, a diferencia de las actividades secundarias que se ubicaron en terreno negativo (-0.5 por ciento) debido a la crisis que en ese momento enfrentaba el sector de la construcción.
Durante 2014 el PIB creció
2.1 por ciento como consecuencia de la mejora
en la parte industrial (1.9 por ciento) gracias al desempeño de las manufacturas y a la recuperación de la construcción; no obstante, los servicios (2.2 por ciento) exhibieron un menor ritmo de crecimiento con respecto a 2013.
Así, el panorama para 2015 luce complicado. Los ajustes en el gasto del gobierno, sobre todo los recortes en materia de inversión, podrían impactar en forma negativa a la construcción, provocando que el sector tarde más tiempo en recuperarse del todo. Aunado a lo anterior, las condiciones del mercado laboral continúan deteriorándose, y si los trabajadores no cuentan con las remuneraciones adecuadas difícilmente se podrá detonar el consumo de bienes y servicios. El menor dinamismo de las actividades terciarias es reflejo de la debilidad del consumo. Por sí solos los servicios representan alrededor de 62 por ciento del PIB, por lo que un menor crecimiento en dicho sector afecta gravemente el desempeño económico nacional
.
Quedó en mero sueño aquel México industrializado, con miras a convertirse en potencia. A estas alturas, y tras más de tres décadas neoliberales, 62 centavos de cada peso del PIB provienen del sector servicios, y dentro de éstos el comercio aporta 26 por ciento de las actividades terciarias, lo cual equivale a casi 16 por ciento del producto interno bruto.
En 2014 el comercio al por menor registró un aumento de 2.7 por ciento con respecto a 2013, pero todavía por debajo de lo obtenido en 2012 (4.1 por ciento). El desempeño del comercio durante el año pasado fue consecuencia del crecimiento de 13.3 por ciento en la rama de alimentos, bebidas y tabaco, es decir, en los productos de primera necesidad, mientras las ramas de vehículos y de tiendas departamentales y de autoservicios en su conjunto, presentaron una tasa de crecimiento de apenas 0.6 por ciento cada una. La sobrevivencia, pues, ya que tal escenario implica que las personas están destinando la mayor parte de sus ingresos para satisfacer sus necesidades básicas, a la vez de que están aplazando o incluso suspendiendo el consumo de bienes durables.
Para lograr resultados económicos más favorables, apunta el CIEN, debe incrementarse el nivel de confianza de los consumidores, que permanece en el suelo. La mejor forma de lograrlo es mediante la generación de empleos, que otorguen remuneraciones adecuadas para mantener un nivel de vida digno. De esta forma, si las personas cuentan con una mayor fuente de ingresos, el consumo se verá favorecido
, y por consecuencia la economía en su conjunto.
Las rebanadas del pastel
¡Felicidades!: el nuevo
PRI armó su propuesta
de diputados plurinominales para las elecciones de junio con piezas del canal de las estrellas (Carmen Salinas), dosis de nepotismo (Sylvana Beltrones) y muchos políticos de desecho (Enrique Jackson y David López, sólo como ejemplo). Qué bueno que el tricolor se modernizó
.
Twitter: @cafevega
D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com
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