Carlos Fernández-Vega: México SA

Written By Unknown on Minggu, 15 Maret 2015 | 14.21

E

n apenas tres días y sin mayores resultados la Comisión de Cambios (Hacienda-Banco de México) sacrificó 156 millones de dólares de las reservas internacionales para hacer frente a la volatilidad pasajera y prevenir presiones adicionales a la paridad de la divisa nacional frente a la estadunidense, aunque ésta galopa sin mayores consideraciones, al igual que las hordas especulativas. Ayer el billete verde se vendió a 15.82 en ventanilla bancaria, en espera del reinicio de operaciones (el próximo lunes permanecerán cerrados los bancos) para engullir más millones de billetes verdes por cortesía del gobierno mexicano.

Desde el pasado jueves la citada comisión inyecta cotidianamente 52 millones de dólares al mercado cambiario con la finalidad descrita, y extenderá la medida hasta el 8 de junio, es decir, el día siguiente de los comicios, aunque existe la posibilidad de extender tres meses la medida, según anuncio del subsecretario de Hacienda, Fernando Aportela.

La autoridad cambiaria aduce factores externos para justificar la caída del peso, y si bien éstos son reales y relevantes, ha dejado fuera de sus comentarios los internos, como la creciente exportación de capitales, antes conocida simplemente como fuga, aunque en eso de los eufemismos los genios neoliberales se pintan solos (por ejemplo, no se privatiza, se desincorpora o no se devalúa el peso, sino que se aprecia el dólar).

En este contexto, el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tecnológico de Monterrey, campus estado de México, detalla que el tipo de cambio peso-dólar ha alcanzado niveles históricos durante esta semana debido a una conjugación de diversos factores internacionales, tales como la caída en el precio del petróleo y un panorama económico desfavorable para algunas naciones europeas.

Aunado a ello, la economía estadunidense continúa exhibiendo signos de fortalecimiento y con ello se han avivado las expectativas de un alza en sus tasas de interés, situación que propició una salida importante de capital especulativo del mercado nacional dando como resultado una depreciación significativa del peso. Dado que en el corto plazo no se vislumbra un cambio en el panorama internacional, es altamente probable que el tipo de cambio con respecto al dólar no regrese a los niveles que registró a mediados del año pasado (alrededor de los 13 pesos por dólar).

Si bien la inflación reportada en febrero (3 por ciento) aún no refleja los efectos negativos de la devaluación del peso, apunta el CIEN, para finales del segundo trimestre de 2015 las secuelas podrían volverse más notorias debido al encarecimiento de los productos importados o de aquellos que cuentan con un alto contenido de insumos foráneos.

Al analizar el promedio de las importaciones anuales, su tasa de crecimiento fue de 74.2 por ciento durante el periodo 2005-2014, donde la parte de alimentos (cuya adquisición en el exterior se duplicó en igual lapso), bebidas y tabaco registró un incremento de 83.1 por ciento, en el mismo horizonte de tiempo.

Por lo anterior, a mayor cantidad de productos importados las implicaciones negativas de una depreciación de nuestra moneda se vuelven más significativas, aunque no necesariamente permean al mercado de forma inmediata. Tomando al rubro de alimentos como ejemplo, al comparar la depreciación/apreciación del peso frente al dólar con respecto a la inflación en los alimentos, se aprecia una correlación positiva entre ambas variables.

Específicamente desde finales de 2011, recuerda el CIEN, incrementos considerables en la inflación de los alimentos vienen precedidos por depreciaciones en el tipo de cambio. Por ejemplo, cuando en noviembre de 2011 el tipo de cambio FIX se depreció 9.7 por ciento en términos anuales, la inflación en alimentos alcanzó niveles de 7.3 por ciento anualizado en enero de 2012. De manera similar, cuando el peso se depreció 15.6 por ciento en julio de 2012, la inflación en alimentos fue de 9.8 por ciento en octubre del mismo año.

Por otro lado, las empresas que tienen una obligación financiera en dólares o que sus insumos provienen de Estados Unidos también enfrentan serias dificultades. Si bien las grandes compañías pueden absorber el incremento en los costos derivado de los ajustes en la paridad cambiaria, esta actividad resulta insostenible en el mediano plazo, no se diga para las pequeñas y medianas empresas. Lo anterior, además de un inminente incremento en los precios, se puede traducir en una menor producción o incluso en menos inversiones por parte del sector privado y, en consecuencia, menos empleo.

Aunado a los efectos adversos que trae consigo una devaluación, los empresarios continúan manifestando menor confianza. En febrero pasado, el sector comercial (-5.1 puntos), el de la construcción (-2.8 puntos) y el de las manufacturas (-1.9 por ciento) registraron un índice de confianza empresarial menor al reportado durante el mismo mes del año pasado, desempeño similar al acontecido desde noviembre del año pasado, debido en gran parte a la debilidad mostrada por el consumo nacional, y éste tiende a ser aún menor por el impacto cambiario.

La Comisión de Cambios y la subasta diaria por 52 millones de dólares es una buena medida que intenta mantener bajo control la paridad cambiaria con respecto al dólar, pero al mismo tiempo parece alimentar un círculo vicioso: si Estados Unidos eleva sus tasas de interés y no hay una respuesta en el mismo sentido de parte de nuestro país, continuará la salida de capitales, lo cual nuevamente generará presión sobre el tipo de cambio con sus respectivas secuelas inflacionarias que abatirán aún más el consumo interno.

Entonces, si se incrementan las tasas de interés el costo del financiamiento se encarecerá tanto para las familias como para las empresas, de tal forma que no sólo el consumo interno afrontará más problemas para recuperarse, sino los proyectos de inversión contemplados por el sector privado, que tendrían que replantearse. De esta forma, por más competitivas que se tornen las exportaciones ante una depreciación del tipo de cambio, si no se cuenta con una base sólida interna, difícilmente se abandonará el crecimiento económico inercial obtenido durante los últimos años.

Las rebanadas del pastel

Que nada privatiza la nueva Ley General de Aguas Nacionales (Don Beltrone dixit), pero, tal vez por lento aprendizaje (ídem) en Querétaro ni se enteraron y lo hicieron de facto (www.jornada.unam.mx/2015/03/13/ estados/031n1est ).

Twitter: @cafevega

D.R.: cfvmexico_sa@hotmail.com


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